NiñOs eN Un HoGAr

Nazareno fue el último en llegar. Ese día estaba más enojado de lo habitual, le molestaba no saber que pintar. Casi por obligación, recogió del piso una hoja de carpeta y con una fibra negra dibujó su cara. Estiró los brazos exhibiendo su trabajo, un rostro enojado, de ojos grandes sin cicatrices. Detrás del papel Nazareno, mantiene su rostro adusto, de ojos grandes con una cicatriz provocada un año atrás cuando se cayó de la escalera al día siguiente que lo dejaron en el Hogar.

Demasiado pequeño para entender la importancia de la identidad. Es uno más de los menores que vive en Hogares Infantiles para evitar su crecimiento en situaciones de riesgo. Tiene seis años, es el segundo orfanato por el que pasa. Habla muy poco, a veces cuenta que tiene hermanos. Lleva un año sin verlos, la misma cantidad de tiempo que la cicatriz en su frente.

Después de la foto se fue. Uno nota que Nazareno está en el lugar, porque siempre se va. Cuando no puede hacerlo se esconde. Ese día, dejó que la hoja cayera al piso, abrió la puerta y salió del salón.